martes, 27 de marzo de 2012

De colores se visten los campos...



Volvimos del Perigord, llovió unos días y luego volvió a salir el sol. el calendario se empeña en que es primavera, nos vamos a nuestro bosque a comprobarlo.

Para empezar, como es oficialmente primavera, toda la gente ya se ha echado a la calle, y La Feniére y Le Vert en L'air están llenos de caballistas y acroarbóreos (una excursión de adolescentes españolas incluída).

El bosque, en cambio, sigue invernal. Parece que los árboels empiean a brotar, pero tan tímidamente que apenas se nota. Tendremos que ir volviendo para ver la consagración de la primavera.

Los campos de alrededor, en cambio, han convertido la lluvia y el sol en verde, muy verde.







Y en el jardincito de casa asoman primaveras de colores



El domingo había una feria del jardín en Pavie. Vamos a dar una vuelta, pero nos decepciona un poco. Algún puesto de plantas, de piscinas, de maquinaria,...
Lo divertido estaba fuera. Hoy es el día en el que se celebra la anual semimaratón de -Seissan-Auch. Participan 5 bilbilitanos en hermanamiento. Y Supermán. (aunque, pobre, no le dejan ir a más de 50)


Volvemos a casa a comer, y por la tarde nos vamos a otro bosque, el de Ornezan, donde ya habíamos estado (y por donde ya nos habíamos perdido). Esta vez, con mapa y cuidado, hacemos el recorrido oficial.


Camino de la entrada al bosque unos caballos vienen a saludarnos. Uno de ellos es extrañamente guapo.



El bosque parece invernal


Pero entre las hojas y en  los ribazos ya empiezan a aparecer flores de todos los colores


Al salir del bosque, cerca de la primera granja habitada, un viejo coche camuflado entre los árboles.


El paseo sale del bosque y rodea campos y granjas. Los campos ya comienzan a estar muy verdes. Y, aunque no consigo que se vean en ninguna foto, al sur se ven los Pirineos.




sábado, 17 de marzo de 2012

Río abajo, cuesta arriba

Todo empezó porque Gabrielle nos regaló un cheque de vacaciones "La belle échapée" que ella no iba a poder aprovechar y que estaba a punto de caducar. Y como desde hace tiempo nos apetecía hacer una escapada a la Dordoña, pensamos que era el momento. Conseguí, con cambios a tres bandas, hacer que los días libres necesarios coincidiesen con previsiones de buen tiempo. Pero al ir a hacer la reserva ¡sorpresa!: el cheque no había sido activado, y como solución nos enviarían un cheque por valor del antigo, válido para otros 6 meses, pero no para mañana. Y como se nos juntan los remordimientos (el cheque son 130 euracos) y las ganas de irnos, nos vamos por libre. Ya hablaremos con Gabrielle.

El miércoles, carretera hacia el norte. Cruzamos Montauban (aquí empezó mi carrera de entrevistas para trabajar en Francia) en dirección a Cahors. Al cruzar el primer pueblo, nos da la risa al ver este restaurante lleno de banderas españolas, toros de osborne, promesas de cocina española y nombre raro. (He de reconocer que leí euskalduna)


Y sin más sorpresas llegamos a Cahors, primera etapa prevista en nuestro viaje. Entramos y casi salimos de la ciudad, doy media vuelta, dejamos el coche y a por la oficina de turismo a empezar la cosecha de folletos y mapas. La chica que nos atiende nos desea un a buena estancia, aunque ya nos avisa que como todavía no es temporada, habrá cosas cerradas.
Cahors es la capital del departamento del Lot y el Lot es el río que por aquí pasa. Y no pasa de cualquier manera, sino que forma un meandro que casi rodea la ciudad y es cruzado por un puente fortificado patrimonio de la humanidad



Esta librería fué fundada en 1684. Ahora es una tienda de vinos


La parte antigua está alrededor de una gran catedral. Hoy además es día de mercado, aunque ya están recogiendo a estas horas.


La ciudad vieja está llena de pequeños jardines, los "jardines secretos", que aprovechan pequeños rincones  para recuperar las plantas cultivadas en la Edad Media, como por ejemplo:

El jardín de plantas útiles (medicinales, comestibles, textiles..)


El jardín de las brujas y los dragones (plantas de color negro, mandrágoras, leños quemados...)




La señorita de turismo nos había indicado un monte cercano desde el que tendríamos una buena vista de la ciudad. Ahí (a los pies de una antena, por cierto), aprovechamos para piqueniquear.



Seguimos Lot arriba. El río se encierra y da vueltas entre paredes calcáreas, por lo que vamos entre acantilados, hasta llegar a Sant Cirq Lapopie, encaramado también en uno. Es uno de los pueblos más bonitos de Francia. Sus habitantes lo cuidan con esmero, vemos algunas obras de rehabilitación con materiales bien escogidos y técnicas antiguas. (No entendemos por qué aquí están tan atrasados y no aprovechan las ventajas de los nuevos materiales: ventanas de aluminio, suelos de mármol, altas calidades).







Es cierto que no todo está abierto, es más, casi todo está cerrado. Hay varias tiendas de artesanos y artistas, pero cerradas.





Afortunadamente encontramos un bar donde refrescarnos. Hace un día verdaderamente primaveral, y el pueblo está cuesta arriba todo el rato.











Nos hemos alejado un poco de nuestro objetivo, la Dordogne, y he calculado fatal el tiempo. Mi inconsciente optimismo había contado con llegar a Sarlat la primera noche, pero ya cae el sol cuando llegamos a Rocamadour, que aparece espectacular sobre su roca.


Buscamos dónde dormir, lo que no es sencillo: en efecto, no estamos en "temporada"; se ve a todo el  mundo afanado limpiando, pintando, y preparándose para abrir bares y alojamientos. Nos quedamos en el que está abierto, 3 estrellas muy cómodas, limpias, y una habitación con vistas:


Cenar es lo difícil: lo único abierto es el restaurante del hotel, con menú gastronómico lleno de patés y con nada para nosotros, ni una simple ensalada. Ni siquiera un bocata en el bar que están cerrando. Afortunadamente tenemos provisiones del picnic, y cenamos tan ricamente en nuestra habitación después de habernos refrescado con una cerveza en el bar (con la camarera demostrándonos que es la hora de cerrar escoba en mano)
A Antonio, que llevaba todo el día con dolor de cabeza, le empieza a doler también la garganta. Evidencia, viajamos acompañados de miles de microbios. A la cama todos.

Jueves. Las vistas de la habitación siguen ahí. Nos vamos a verlas en directo.
Rocamadour. Todo empezó cuando los benedictinos encontraron el cuerpo incorrupto de Amadour y aprovecharon para construir un santuario con una virgen negra, supuestamente esculpida por Amadour con la ayuda de san Lucas, que pronto se hizo lugar de peregrinaje, antes que Santiago de Compostela. Esta virgen era muy venerada por los marinos, y eso que estamos bastante lejos de los mares. No bastaba con que los peregrinos llegaran hasta aquí, que ya es, sino que encima había que subir los más de 200 peldaños ¡de rodillas!




Cabina telefónica



Nuestro coche aparcado junto al hotel



Subimos a pie desde la parte baja hasta lo más alto (que ya es). Para entrar a los santos lugares hay que ir decentemente vestido


Los escalones que había que subir de rodillas están llenos de fósiles


Una leyenda todavía mejor que la del santo incorrupto escultor: ¡Durandal, la espada de Roldán, está aquí!


Nos vamos de Rocamadour por L'Hospitalet, desde donde hay bonitas vistas del pueblo, con rumbo a la Dordogne lotoise (es decir, a los pueblos que, a orillas del río Dordoña, pertenecen a este departamento)



La zona que hemos estado recorriendo es un parque natural, el de les Causses du Quercy. Quercy es el nombre de la región y Causse es una meseta caliza. La presencia de tanta roca da al paisaje sus características de acantilados, cuevas y vegetación


El primer pueblo al que nos dirigimos es Autoire. Antes de llegar un cartel avisa de que hay vistas y cascada. Paramos.


Y subimos, claro. (ahí al fondo se ve el cochecillo)


Autoire no sólo tiene un bonito nombre pentavocálico. Además es otro de los pueblos má bonitos de Francia.




Por aquí las gallinas están verdaderamente en libertad


Siguiente etapa: Loubressac, en lo alto de una colina, con buenas vistas del valle. Aprovechamos para comprar algo de fruta y un quesito de Rocamadour para el picnic de hoy. el pan se les ha acabado.



Nos vamos hacia Carennac. La carretera que va junto al río está cortada (estarán preparando la estación, también), y nos desvían por Bretenoux, donde hay panadería abierta. Vemos el castillo de Castelnaud.


Y llegamos a Carennac. Otro de los pueblos más bonitos de Francia, conserva su aspecto medieval por todos los rincones.



Nos acercamos al río para comer. Baja tan tranquilo que parece un lago.


Hay un trío de patos. Antonio les echa un poco de pan.


y como por arte de magia aparecen un montón de ellos, pedigüeños y descarados. Comemos rodeados por ellos, que se terminan todas las sobras glotonamente.





Nos dirigimos hacia la Dordogne de la Dordogne. Vamos a cambiar de departamento y de Región (Aquitania), cruzando pueblos aburridamente bonitos y llenos de castillos, como Montfort



Y hacemos parada oficial en el primero de los más bonitos pueblos de Francia de esta parte de nuestro recorrido: La Roque-Gageac. Habitado desde tiempos prehistóricos, sus casas están incrustadas en la roca, con vistas al río


Y en sus callejuelas han montado un sorprendente jardín tropical, que se ha visto un poco perjudicado por la ola de frío de este invierno.




En la otra orilla, en lo alto, Domme, bastida medieval con gruta de las maravillas y con maravillosas vistas


Río abajo,  otro Castelnaud, con castillo sobre una roca. Desde el castillo debe haber una gran vista sobre el río y el valle.


Abajo hay un bar abierto, y aprovechamos para tomar un té y un "auténtico" brownie de nueces. Está rico.


Última parada de nuestro recorrido de hoy: Beynac et Cazénac. Otro pueblo precioso encaramado en una roca, cuidado, con castillo. Estoy empezando a sufrir el síndrome de Sthendal.






Vistas desde Beynac: castillos de Feyra, Castelnaud y Beynac (de derecha a izquierda). Falta el de Milandes, perdido un poco más a la derecha, que es donde vivió Josephine Baker.


Llegamos a nuestro destino cuando ya se acaba el día. La estupenda chambre d'hôtes que tenía prevista está completa, también lo está el siguiente hotel de la lista. No nos atrevemos a empezar a buscar las otras opciones que están fuera de la ciudad, y consultamos la guía del mochilero y vamos al hotel "recollet", en la ciudad medieval. El edificio por fuera es bonito, y el recepcionista simpático. Pero por dentro el hotel es cutre. A pesar de todo, como nos dicen que hay habitación, digo que sí, y cuando vamos a verla se me cae el alma a los pies: una escalera fea, estrecha, la habitación enana, moqueta dudosa por todas partes. Salgo con el corazón encogido. Damos una vuelta por Sarlat y vemos otro hotel. Mejor, más limpio, más barato, habitación más grande, sin moqueta. Decido en el momento que nos cambiamos, así que cojo habitación aquí también y me voy a devolver la llave al otro hotel. Más calmada, damos otra vuelta por la ciudad




y nos vamos a cenar


Viernes. Empezamos la mañana paseando. Una boîte à lire nos llama la atención: en un lugar de intercambio de libros. Ahí puedes dejar libros que no quieres conservar y leer otros que la gente ha dejado. En nuestro paseo por la ciudad veremos más.


Desayunamos en una pequeña cafetería pastelería llena de dulces típicos: pasteles de nueces, "trufas" del Perigord, tejas a base de nueces e incluso figuras de chocolate con forma de dinosaurios del Perigord Jurásico.



Y damos vueltas y más vueltas por esta ciudad, tan bonita que parece de mentira



La chambre d'hôtes que estaba completa,




La casa de La Boétie, una de las más bonitas


La Lanterne des Morts


La catedral desde atrás

Visita a la oficina de turismo para seguir cogiendo planos y folletos sin medida.
En nuestras vueltas por la ciudad nos cruzamos con un grupo de jóvenes españolas, todas pavorosamente iguales (mismo atuendo, mismo peinado, mismo calzado) y por supuesto, a gritos

Nos vamos a la búsqueda del tercer río del viaje, el Vezère, "cuna de la humanidad".

Pasamos por Saint Genies: otra vez más de lo mismo: pueblo cuidado, castillo...Aquí además hay excursión de niños atendiendo curiosos e interesados las explicaciones de sus maestros




Un tejado típico del Perigord, con tejas de piedra



Montignac, al lado de las cuevas de Lascaux. Hemos visto tantos pueblos preciosos que éste hasta nos parece feo


Las cuevas de Lascaux ya no se pueden visitar. Han hecho una copia exacta que es la que se visita. Entre eso, y que vamos justos de tiempo, pasamos de ninguna visita cultural (en este valle hay un montón de cuevas y exposiciones prehistóricas)

Paramos en St Léon sur Vézère : Castillo, iglesia, casas de piedra, río...




Hay un buen sitio para un picinic: junto al río, con el castillo a un lado, la iglesia en frente, y el parque de dinosaurios en la otra orilla.






La carretera pasa bajo la Maison Forte de Reignac, un extraño castillo en la pared del acantilado que se conserva tal cual, muebles incluidos, desde hace más de 700 años


Enfrente está el abrigo de La Madeleine, sitio prehistórico que dio nombre a la última fase del paleolítico superior, el Magdaleniense. Para intentar verlo nos metemos por un camino que lleva a un castillo, el de Marzac. No vemos mucho, la verdad, queda un poco lejos. Pero vemos de cerca una "cabaña" (cabanne), una típica construcción perigordina




Les Eyzies. Un neandertal vigila el acantilado. Aquí está el museo nacional francés de la Prehistoria


Pasamos sin pena ni gloria por Le Bugue, y llegamos a Limeuil, donde se juntan el Vérèze y la Dordogne



En lo alto del pueblo hay unos jardines que además de ser muy bonitos deben tener unas vistas estupendas sobre los ríos, pero "no es temporada" y están cerrados.

Hay que ir pensando en regresar, se nos va a hacer muy tarde. Aún paramos en Montpazier, una bonita y cuidada bastida



Otra breve paradita en Monflaquin, y parada de repostaje en Villeneuve-sur-Lot, basatida también, con una llamativa iglesia en ladrillo y un gran lío de tráfico a estas horas.



De aquí ya, sí, bajamos del tirón hasta casa, anotando mentalmente pueblos de la zona que habrá que visitar en otra excursión.