sábado, 5 de enero de 2013

Hamman (pronúnciese amán)

10 de diciembre

Vuelve a salir el sol. Entre las cosas que teníamos pendientes estaba el visitar los spas cercanos. Qué mejor día para ir a Bagnéres de Bigorre.

Con el Pic du Midi brillando al final de la carretera


Escala en "mi" capilla, la de Cieutat, la de las vistas magníficas



Hemos salido sin picnic previsto, con la idea de que por fin podríamos conocer Chez Gabrielle, pero no, está cerrado por vacaciones. Empiezo a dudar de que esté abierto alguna vez. Pero bueno, aprovechamos para recorrer "mi" valle de Lesponne, hasta Chiroulet. Tan bonito como cerrado. Y lleno de nieve, que poco parece importarle al perrete local.


Vamos a comer un bocata a la tetería-restaurante de enfrente de las termas, ya estuvimos allí una vez.


La verdad es que a pesar de ser ya un horario más español que francés, podríamos haber comido, es uno de los raros restaurantes de este país que sirve a no importa qué hora.
El local está ya decorado navideñamente. Cuando estoy haciendo una foto así en plan disimulo, la dueña se da cuenta, y orgullosa de su muñeco de nieve-noël, despeja la barra para que quede más guapo.




Entramos a Aquensis


Como en Lectoure con dos horas nos sobró, sacamos entrada de dos horas también, con albornoz para Ant, el friolero. Aquí te dan una tarjeta que controlará el tiempo que estás, y sirve para la taquilla, no hace falta moneda como en Luchon. La señora que nos da el albornoz no nos hace ni caso, hablando con una colega. Como si le pedimos diez albornoces.
La piscina principal, la de los chorros, remolinos, jets y duchas, es enorme, y está en un espacio precioso, con una cúpula de madera de unos 3 o 4 pisos de alto. Al lado hay una piscina de relajación, con música submarina. En el hamman, decorado muy a lo moruno, puedes tomar té a la menta en barra libre. Te coges una toallita de no rizo, y a los vapores, en una sala con una piscinita al fondo y bancadas-cama de mármol, caliente claro, donde relajarte. Y en piso de arriba del todo, saunas a distintas temperaturas jacuzzi exterior con vistas al bosquete de enfrente. Un lujo, estar a remojo con el agua calentita y el fresco que hace.

Las dos horas se han hecho cortas. Voy a por la cámara con la intención de hacer fotos y me riñen.

Salimos relajadísimos, nos peleamos con los parquímetros,  tomamos otro té y una dulcería en la tetería-pastelería de siempre, y volvemos a casa, ya de noche.

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