jueves, 9 de febrero de 2012

Chapó

Santi decidió venir a vernos aprovechando sus vacaciones de febrero y las tarifas de Vueling.

En pleno anticiclón siberiano

Llegaba el jueves al aeropuerto de Toulouse, por lo que habíamos quedado en ir a recogerlo y aprovechar para comer y dar una vuelta por la ciudad antes de venir a casa.

Y cuando nos levantamos por la mañana, esto es lo que nos espera fuera:





No nos asustamos y nos vamos animosamente. En realidad caen cuatro copos, que se deshacen al llegar al suelo, y al poco rato ya no nieva, ni llueve, incluso el sol quiere salir un poco.
Como hemos salido con mucha antelación y no ha habido problemas de tiempo ni de tráfico, llegamos con mucha antelación, así que nos vamos a dar una vuelta por Toulouse. Al final conseguimos llegar un pelín tarde al aeropuerto (dando alguna vuelta de más por las circunvalaciones de Toulouse), y cuando entramos en la terminal, Santi acaba de llegar.
Nos vamos a buscar un sitio para comer. No es un horario muy francés, ya son las dos pasadas, pero esta ciudad es de las grandes, y hay sitios donde dan de comer a todas horas. Nos vamos a tomar unos falafeles y a dar una vuelta por la ciudad, pasmados, todo hay que decirlo. porque la ola de frío ya está aquí.
Para quitarnos el frío antes de coger el coche, nos vamos a tomar un té al Sherpa, que también es creperie, igual habríamos podido comer aquí. Es un sitio agradable, con extensa carta de tés e infusiones, clientela de todas las edades y camarero que nos habla en español.



No se muy bien cómo, pero acabamos partiendo una pata cilíndrica del banco donde estamos sentados. Y aquí viene el dilema ¿Qué hacer? ¿Confesar y pasar vergüenza? ¿Huir en silencio y afrontar los remordimientos de que el siguiente cliente se parta la crisma? ¿Echarle la culpa al camarero? Decidimos que nuestra resistencia al estrés postraumático es grande cuando el trauma se lo lleva otro, así que vamos a huir. Para minimizar daños, dejamos el banco puesto de tal manera que al moverlo para sentarse se les desmonte, con lo que nadie sufra. Y huimos, muertos de risa.

Cenamos en casa, y Santi hace sus primeros pinitos con el ukelele. Noche de risas.

Viernes. Frío pelón, pero por lo menos luce el sol. Desayuno con cruasanes que Ant ha ido a comprar. Nos ponemos capas y capas de ropa y nos vamos de visita turística por Auch.

Nos reímos un poco de Santi y de su selección de fechas para irse de vacaciones "chapeau". Su hermano está en Tenerife, selección más natural en febrero.
EL agua de la fuente empieza a estalactitarse.


Empezamos el recorrido por la Haute Ville, catedral, rue Darolles, mercado...



Bajamos por la escalera monumental, cruzando el monumento al diluvio del artista catalán



Pasamos y posamos junto a D'Artagnan


 y llegamos a la otra mitad del monumento a las inundaciones, "el abrigo imposible", en la basse ville.



Comemos en el restaurante vegetariano y nos vamos a dar una vuelta por el Armagnac. Con la calefacción chauffage del coche a tope, que se nos hiela el aliento si no. Paradita en Condom, rápida visita a los mosqueteros que se muestran reivindicativos a favor de la escuela pública. Y al coche con la chauffage otra vez


Visitamos Larresingle. Está todo cerrado, como es normal porque ¿Quién va a dedicarse a hacer turismo con este frío?. Chapeau.


Parada en Lavardens. Aquí todavía hay restos de nieve sobre los parterres. ¿O es pura sal?




De vuelta a Auch, té reconfortante en el Daroles


Después de la cena Ant y Santi se marcan unos duetos al ukelele, dándolo todo. Somwhere over the rainbow, I'm yours y The lion sleeps tonight no tienen secretos para ellos, que se permiten arreglos y todo.


Sábado. Frío. Chapeau, Santil. Sigue el sol. Desayunamos de nuevo cruasanes y nos vamos a dar una vuelta en coche por la región, esta vez casi sin bajarnos. Nos vamos a comer a Auch, a la creperie, en una mesa cerca de la puerta. Para beber, sidra bretona artesanal. El restaurante está bastante lleno, hay una comida de "empresa", por lo menos 20 militares van entrando. Saludan muy amablemente al entrar, y nos van pasmando a la vez. No ha sido buena idea lo de la puerta quizás.



Volvemos al coche (chauffage), y pasamos por Bassoues: Como en todos los pueblos de la región, estatua de la viergen y monumento a los muertos locales  en las guerras. Diferente a todos los pueblos, el campanario de tejado helicoidal.


Bassoues, con su donjon que es el más alto del Gers, pero que está cerrado, quién va a venir con este frío (chapó)





Vamos hacia Marciac por la carreterilla que nos gusta, pasando entre granjas y paisaje "vallonné". En un campo, junto a un bosquecillo, hay un corzo comiendo. En cuanto paramos el coche nos mira vigilante, y en cuanto salimos para hacerle una foto sale corriendo, qué pena.

Pasamos junto a un "chateau d'eau" en el que nunca nos habíamos fijado


Y ya casi en Marciac volvemos a avistar a lo lejos corzos. Son de tamaño más pequeño y hay 3, creemos que serán hembras.


Marciac. Visitamos el lago. Nos atrevemos a salir del coche "a forro" es decir, sin la última capa, Y hace falta valor. Fotos junto al barco restaurante, risas a costa del futuro capitán.



Vuelta por Marciac ya sin bajar del coche y a Tillac. El Café du Centre es ahora "Chez Gorka", con su ikurriña y todo, aunque afortunadamente sólo en la parte exterior del pueblo. Dentro, nadie en las calles.

 

Salimos espantándonos el frío a saltos, y haciendo el ganso intentando conseguir las fotos de nosotros en el aire. Conseguido (qué manera de hacer el pavo, jeje)


Vuelta pasando por Mirande, y a Auch a por el tradicional té de la tarde, esta vez en la Cave D'Artagnan.


Por la noche en casa, más conciertos de uke. Planes de madrugar para el día siguiente, que el avión de Santi sale a las 10:45 de Toulouse y queremos ir con calma.

Domingo. Madrugón y gran susto en cuanto nos levantamos: Está nevando, pero que bien, la carretera ya está toda blanca. Ni duchas ni desayunos, al coche rápidamento por si acaso (bueno, yo sí que engullo un desayuno como si fuera a trabajar, no me atrevo a ir en ayunas). Nos pasamos por la estación para ver si hay tren, pero nada, hay que animarse a ir en coche. Despacito, sin frenazos ni volantazos, con la calefacción chauffage a tope, agarrando el volante como si se me fuese a escapar.





Ya no nieva, y pronto se entra en la autovía, uno de los carriles está bien, llegamos sin problemas al aeropuerto. Desayunamos, últimas charlas y a embarcar


Vamos a la puerta de embarque de donde siempre hemos salido y la señorita nos dice que no, que es por otra. En esa otra hay una cola enorme, por megafonía anuncian ya el embarque del vuelo de Santi. Nervios. Los trabajadores ejemplares no dejan que nadie pase antes, aunque se les enseñe la tarjeta de embarque para ya. Hay otro viajero para el mismo vuelo, eso consuela un poco. Al final consigue pasar el filtro y coger el avión sin problemas.


Chapó!


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