martes, 17 de enero de 2012

Valle de ilusiones

Este enero esta resultando muy neblinoso en el Gers. Tampoco está mal, por la mañana parece que ha desaparecido el mundo, lo que invita a encerrarse en casa, leer, navegar, sestear. Pero tampoco hay que abusar, así, si el zanganeo no es cotidiano seguirá siendo excepcional.

La mejor forma de salir de la niebla suele ser ir hacia el sur. Aquí el sur es algo extraño, porque ahí están las montañas, la nieve. pero también suele haber más sol en invierno.

Consultada la meteo y los libros de paseos de "Emilie" (colección de excursiones aptas para niños de 7 años, lo que quiere decir que son las que disfruto yo, je), nos encaminamos hacia Bagnères de Bigorre.

Como allí ya hemos estado, vamos por otra carretera, para descubrir nuevos paisajes.

Primera parada en Mauvezin (otro, no el del Gers), que tiene castillo.
y no un castillo cualquiera, sino un pedazo de fortificación que fue de Gaston Febus, el de "Febus avant" (qué tiempos)



me gusta el ascensor


Parece ser que no estamos suficientemente al sur, la niebla sigue estando por aquí, haciendo misterioso el paisaje




Suiguiente escala: Escaladieu. Abadía cisterciense del S XII varias veces ampliada y reconstruida. En el aparcamiento hay una casita en la que yo podría vivir muy ricamente.


Detrás de la abadía se intuye el castillo de Mauvezin


Cuando llegamos falta apenas un cuarto de hora para cerrar a mediodía, así que tenemos excusa para no visitar.



Al llegar a  Bagnères salimos de debajo de las nubes. Vamos en dirección a Campan, pero antes, en Beaudéan, esta torre con torres me hace parar.


Y resulta un pueblete agradable, con otra perreta simpática (estaba echando a siesta junto a un gato cuando se ha visto obligada a hacer como que trabajaba cuando hemos pasado a su lado)


Vida normal




Y resulta que en este pueblo está la casa natal de Larrey, el cirujano jefe de Napoleón, y que fue quien inventó las ambulancias. La casa la han convertido en museo, y está a punto de abrir, pero hay mucho paisaje fuera, es nuestra excusa para no entrar.


Que las montañas queden al sur hace que sea muy difícil hacer fotos. Es una pena. Porque detrás de Beaudéan está el Pic du Midi, pero en la foto más parece una aparición que una montaña.


Antes de llegar a Campan cogemos la carretera que nos lleva al valle de Lesponne. Al poco de entrar en el valle se nos aparece la primera gran montaña (creo que es el Oussouet).


Yo ni me bajo del coche. Le doy la cámara a Ant para que haga él la foto. De paso se hace amigo de otro perrete al que volveremos a ver varias veces, la última de copiloto en un tractor.


Vamos hacia la cascada Magenta. Aparcamos el coche, y seguimos las indicaciones, que nos llevan a través de un hayedo


El agua corretea cuesta abajo



Un puentecillo "tibetano"


Buscamos un trozo de bosque soleado para piqueniquear. Es un hayedo magnífico, que en estos momentos tiene sus hojas en el suelo por lo que deja pasar el sol. Está precioso, y nos imaginarnos cómo debe estar de espectacular en otoño




El valle nos parece perfecto. Agua corriendo por todas partes, praderas, bosques, solecito en invierno, cabañas de piedra y tejados inclinados desperdigadas por todas partes. Fantaseamos con la posibilidad de tener una cabañita por aquí. (Y ¿por qué no va a poder ser verdad? igual nos podríamos venir a vivir aquí nuestra jubilación)


Seguimos valle arriba, y se abre una magnífica vista del Pic du Midi, con su observatoria arriba.


Ésa es la vista que disfrutan los habitantes de esta cabañita.



El final del valle es en Chiroulet. Hay una albergue que es vigilado celosamente por su perrete de guardia.


La Pène Taillade, a contraluz difícil.



La línea de fin de los árboles


Y aquí al final del valle (o al principio), estamos más altos y en la sombra, y se nota...



El aire limpio permite que los líquenes hagan aparecer barbas en los árboles.


De vuelta a Lesponne, parada para fotografiar la "epicerie-café d'aAutrefois" de Gabrielle


Y la torre con su gran palomar


Nos volvemos a Bagnères a tomar un té en la pastelería que ya conocemos



Y regresamos cruzando las Baronnies, por una carretera estrecha y sinuosa que cruza un bosque con palombieres colgadas de los árboles y muchos pueblitos pequeños, sencillos, agradables: Banios, Marsas, Bulan, Esparros...Pero cae la noche y vuelve la niebla. No nos entretenemos, simplemente tomamos nota para volver.

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