martes, 11 de septiembre de 2012

Los días de la marmota

4 de septiembre.

Decididos a continuar nuestra sistemática exploración de les Hautes Pyrenées, volvemos a poner rumbo al sur, en un día por el momento nublado, pero con promesas de despejarse.

Al poco de entrar en el departamento, se nos ocurre un pequeño desvío entes de llegar a los Pirineos: St Sever de Rustan, con abadía remarcable "el pequeño Versalles del Bigorre"

Dejamos el coche junto a la abadía y vamos a dar una vuelta por el pueblín




La abadía benedictina, fue fundada allá por el año 800, para mayor gloria de San Severo, el primer evangelizador de la zona. En uno de sus paseos cristianizadores, se arañó con una rama de níspero, y cabreado le echó una maldición. Al volver por el mismo camino, el árbol había muerto. Arrepentido, lloró, y el árbol resucitó ¡Milagro a la vista!
La abadía creció y se multiplicó, y sufrió, cómo no, las diferentes guerras de religión y revoluciones.


Por eso la iglesia, dentro, tiene cúpulas de tres estilos bien diferentes, según la época en la que se cayó o quemó un trozo y lo recompusieron.


Aquí venía el claustro que compraron los de Tarbes (¿para salvarlo?¿para presumir?) http://alonsanfans.blogspot.fr/2011/12/jo-que-dia.html


En el edificio del fondo se alojaban los nobles que venían de paso, por ejemplo haciendo el camino de Santiago. Que los nobles nunca han sido tontos, y necesitaban sus pequeños lujos cotidianos incluso para ganarse el cielo. Que conste que en esta abadía había alojamiento separado para caballos y siervos, un detallazo.


Todas estas cosas y alguna más. como una minuciosa descripción de los amenazadores capiteles, por gentileza de la guía que nos enseña la abadía.

Y seguimos hacia el sur, hacia las montañas y los valles.

Primer paseo previsto: subir y subir una carreterita que sale de Gèdre, y paseo en dirección a Gavarnie, con bonitas vistas sobre el pueblo y el circo.




Buen sitio para comer y descansar un poco, y reconocer las montañas de enfrente: Marboré, Las Tres Hermanas, l'Épaule, le Casque...


Y segundo paseo del día: hacia el lago (embalse) de Gloriettes, junto al circo de Estaubé. El parking, lleno de gente. Ya es por la tarde, vamos tranquilamente dando la vuelta al lago, y cruzándonos con los excursionistas que ya vienen de vuelta. El lago está un poco más bajo de nivel que en nuestra visita anterior, pero el agua está llena de colores.


Subimos un poco más, para asomarnos al circo, que parece tan cerca, que Antonio se anima a seguir un poco más, y yo me arrastro detrás (me porto fatal)


Y la verdad es que la vista es magnífica


Además todavía hay escenas pastoriles. con los pastores transhumantes en los prados (estibes), Y el perrete, trabajador, teniendo el rebaño controlado.


Y encima, de camino de vuelta, empiezan a aparecer, chillonas, gordotas, esquivas, las marmotas.


Y vacas, vivas, me gustan.


Cuando llegamos abajo ya casi no hay coches en el aparcamiento y el circo está relleno de nubes

Se nos ha echado la noche encima. Llegamos a Luz-St-Saveur ya con la última luz, y sin alojamiento reservado (bah, total, ya es septiembre, no habrá problema....) Pues sí, hay problema. Esto es Francia, un pueblo, ya no es agosto. El primer hotelito previsto, un "logis", está lleno. Parece cierto, hay un montón de coches aparcados. Pero seguimos buscando y todos nos dicen estar llenos. No nos lo creemos, más bien parece que pasan de todo. Las recepciones suelen cerrar a las 7, y cuando les llamamos por teléfono, sospechamos que pasan, como pasan las chambres d'hotes (se les nota en la cara el "no son horas")

Pasamos junto a una casona con el símbolo de chambres oficial, y entramos a preguntar. Cómo no, el dueño nos dice estar desolé pero que está completa la casa. Para desolés, nosotros, muy cansados además. Debemos tener un aspecto verdaderamente patético, porque el dueño empieza a titubear y nos dice que a lo mejor  tiene una libre, porque en realidad está reservada, pero como no han llegado todavía...blablabla. Osea, que tenía una habitación. Y preciosa, con cama con dosel, en una  "maison de caractère" estupenda.
Nos pregunta nuestro anfitrión que si hemos cenado, y le decimos que no, que nos vamos a acercar al pueblo, y nos aconseja vivamente salir zumbando o no vamos a encontrar nada. Son las 20h30!

Salimos zumbando. Encontramos una creperie pequeñita donde cenamos una rica crêpe. A los siguientes en querer cenar ya les dicen que no.

En la curiosa iglesia-fortaleza de Luz hay concierto. (nos lo había recomendado nuestro anfitrión)


Flauta travesera y guitarra en un concierto transpirenaico de piezas francesas y españolas. Entrada libre. Salida, como es habitual, no. En el intermedio una preadolescente pasa el cepillo. Al final del concierto empiezan a pedir los bises con insistencia (hay buena clá). Salen para ofrecernos un bis para el que necesitan el apoyo de violinista: nuestra pequeña monaguilla. (y no toca nada mal)


A la cama. Dormimos como troncos.

Desayunamos junto con dos parejas de retraités de vacaciones de nietos, y hablamos, cómo no, de la crisis.

Cuadrito con vistas de las montañas que había en nuestro dormitorio



Damos una vuelta por el pueblo. Un poco demasiado turístico (hay pistas de esquí cerca y se nota)

Cartel del concierto de anoche


Fortificaron la iglesia rodeándola de murallas y foso para protegerla de los "miquelets", bandidos españoles. Y más tarde construyeron otra capilla dentro para pedir ayuda a la Virgen contra la peste.




Mirando el mapa Ant ha visto un posible paseo que no aprece difícil aunque no aparece en nuestras guías. Se trata de llegar a Gavarnie y subir hasta la presa de Ossoue. Para cruzar Gavarnie hay que pedir casi disculpas, los vigilantes de aparcamiento no están dispuestos a que se les pase ni un sólo turista (en "saison" todo el pueblo es de pago). Para subir a la presa la carretera comienza asfaltada, y a mitad pasa a ser camino de piedras.
Nos vamos parando para hacer fotos.
¡La primera marmota del día!


Al poco, un corderito. Nueva parada para hacerle foto, y subida apresurada al coche, porque la madre del cordero viene embalada a defender a su descendiente, con cara de pocos amigos y la cabeza preparada para embestirme.


Y se retira tan tranquilamente


La carretera se va empeorando poco a poco y al final me da miedo y dejo el coche. Y digo bien al final, porque sólo nos faltaba una curva para llegar al final del trayecto, donde hay varios coches aparcados (varios españoles, entre ellos algún todoterreno, tan ibérico)


Echamos a andar, río arriba. Al principio el valle es muy llano, y está lleno de rebaños que siguen aprovechando los prados de verano



Poco a poco el camino se va empinando. Yo, con lo mal que me porté ayer, cojo un paso tranquilito. Ant me va dando ánimos. Y el paisaje me va dando ánimos también, por ejemplo esta cascada, con piscinita debajo, que si hiciera más calor...(y menos años...)



Llevábamos intención de llegar hasta una especie de col, pero antes, sobre una piedra grande, de mármol, nos paramos a descansar y comer.


Allá abajo, al fondo, la presa

"un poco" más allá hay un refugio, el de Baysellance. Sé que a Ant le habría gustado llegar hasta allí, pero no me veo con fuerzas. Así que bajamos. Volvemos a pasar junto a la cascada


Aquí se ve la cascada allá a lo lejos


Durante todo el paseo hemos ido oyendo y viendo marmotas. Bien gorditas, preparadas para el invierno.
An comenta "se cuál va a ser el nombre de la entrada en el blog"...je, yo también!





Al volver a pasar por Luz me paro a hacerle foto al puente Napoleón, que fue un regalo del emperador Napoleón III (sí, no intentéis comprenderlo, se habla mucho de la Revolución francesa, pero luego ha habido un montón más de revoluciones, y emperadores y de todo. Éste en concreto fue muy activo en materia de turismo, y a su esposa, Eugenia de Montijo, no creo que se le cayera el palacio encima, pues andaba todo el día de balnerarios y tal por el país). Volviendo al puente, en las vacaciones que se vinieron a pasar al balneario de Luz, les debió de parecer que las carreteras no eran muy buenas, y mandó arreglarlas, y construir tramos de ferrocarril, y ya de paso iglesias y hospitales.
Desde el puente, que tiene una caída de más de 60 metros, se dedican ahora a hacer puenting



Volvemos a volver por el Tourmalet. Nos paramos antes de subir en Barèges, a estirar la piernas un rato paseando por un bosquete de hayas con vistas al valle. No completamos el paseo, que se nos haría muy muy tarde.


Algún tramo de niebla subiendo, pero después sin problemas. Una llama persiguiendo a una ternerita.

Habrá más

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