miércoles, 21 de diciembre de 2011

El Castillo

Vuelta alrededor de Lavardens (hace ocho días, sigo recuperando paseos)

Lavardens me gusta. Tiene un tocho de castillo encima de una colina que en verano, al atardecer, es espectacular. Pero no deja de gustarme en invierno. Y hay paseo tranquilo alrededor del pueblo. Y allí que vamos, en un día de diciembre un poco gris pero de temperatura suave.

Dejamos el coche al pie de la torre, y por primera vez, a pesar de que ya habíamos estado aquí varias veces, me doy cuenta de que el tejado es un poco retorcido

La navidad también amenaza por aquí. La decoración ya la hemos visto en otros pueblos, debe ser la última moda en materia de ornatos navideños: paquetes de regalos. Aquí, en el pozo que hay a la entrad del pueblo, pero había más.


El paseo comienza dejando Lavardens por un camino que discurre junto a huertas donde las alcachofas progresan adecuadamente


Y fuera del pueblo, pasamos junto a un pequeño lavadero


y cruzamos un pequeño río tan tranquilo y tan cubierto de hojas que parece un camino


El rodeo del pueblo nos permite ver el castillo, majestuoso, compartiendo protagonismo con la torre



Pasamos junto a viejas granjas. Me gusta esta torre.

Y me gusta esta casa


Y me gusta este perrete, tan ladrador como poco mordedor


Lamentablemente, también aquí han llegado los papanoeles rampantes (Père Noël)



Aproximadamente a mitad de lo que va  a ser nuestro paseo, y en su punto más alto (260 m), junto a unas antiguas canteras de piedra caliza, y con los Pirineos en el horizonte, paramos a picniquear


Los nuevos cultivos ya están brotando, el Gers es ahora verde. Y otro castillo, un chateau d'eau asoma.



Otra vista de Lavardens, con las montañas de fondo


Y ya llegando al pueblo, una cruz nos hace dudar de la laicidad de este país. Es de 1762, ha sobrevivido a unas cuantas guerras y revoluciones



Me gustan los viejos anuncios de las paredes


Hacemos parada en un bar para tomar un té. Un bar sencillo, agradable, con mesas decoradas como tableros de juegos (de mesa) y paredes en las que se podría incrustar una habitación


Damos una vuelta por el pueblo. Es la hora de la siesta.



La iglesia está abierta. Es curios, pequeña,se entra a través del campanario-porche-puerta



Y ya volvemos al coche, aparcado junto al monumento a los muertos en las guerras.




Cerca de casa paramos en el hiper local a hacer compra. El prolífico Ladevèze ha pasado por aquí antes que nosotros. Me gusta sin gustarme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario