jueves, 15 de diciembre de 2011

Jo, qué día



Viernes, y no era 13.

Planazo del día: excursión fácil a un bonito lago del Pirineo. Cogemos mapas, bibliografía, comida, botas, incluso gorra, y al coche.

Y el coche, al poco de salir de Tarbes, empieza a echar humo. Un humo limpio, sin olor, y sin que se encienda nigún piloto de alarma, pero humo. Media vuelta y a Tarbes a buscar un taller. En un semáforo se queda calado y no quiere arrancar (montamos un poco de lío). Por fin sí arranca y lo aparcamos mientras buscamos dónde repararlo. Es mediodía, todo cerrado. Localizamos el cercano Taller Pasteur, y como no podemos hacer otra cosa, nos vamos a comer. También está cerrada la oficina de turismo, así que no sabemos dónde ir. Picniqueamos en un parquecillo, tomamos unos tés, y ya llega la hora de volver a la actividad. Visita a la oficina de turismo donde nos pertrechamos de mapas locales y nos enteramos del horario de autobuses hacia Auch por si acaso, y vamos al taller.
Lo que se nos había roto era un manguito (o así) que lleva el líquido de refrigeración, y al caer el líquido sobre el motor caliente se formaba la humareda. No parece que vaya a ser nada complicado peeeero...es viernes, hay que pedir la pieza y bla bla bla. Dejamos el coche en el taller del amable Mr Lalanne, y nos vamos a la estación de autobuses, que está junto a la estación de tren. Llamarle estación de autobuses es exagerar. Sólo es un aparcamiento de autobuses al aire libre, los billetes se compran al conductor. Tenemos todavía una hora para  coger el autobús ), y cerca está el parque de la ciudad. Nos vamos a dar una vuelta.

Junto a la estación, el típico ambiente de hoteles de paso y bares de urgencia.

Y algún edificio curioso



Un ciudadano de Tarbes, Mr Massey, que llegó a ser jefazo de los jardines de Versalles, se compró 11 ha de terreno en su ciudad para construir su jardín, que llenó de árboles, pavos y patos, con lagos, canales...



Y un kiosco de música, donde un grupo de escolares ensaya sin cesar una repetitiva coreografía al son de un pandero. En cuanto me pongo para hacerles una foto saludan con alegría.


En el Jardín hay un edificio con una torre con las clásicas influencias orientalizantes del siglo XIX, desde la que se debe ver bien el Pirineo. En el edificio hay un museo dedicado a los húsares.



Massey cedió su jardín a la ciudad en su testamento. Entonces le añadieron el claustro gótico de Saint-Sever (que antes estaba en su abadía) y un  invernadero donde ahora hay cactus y crasas.



No tenemos tiempo de ver todo el parque, que nuestro autobús sale pronto. Al llegar a la estación, me caigo. Mis gafas de sol salen disparadas y cuando viene Ant a socorrerme, las pisa. Afortunadamente sólo tienen un poco retorcida una patilla, que se arregla a mano. Mi hombro y mi rodilla están tocados pero no hundidos. El que peor sale parado es mi amor propio.


Y subimos a un autobús como éste, lleno de jovenzanos de vuelta a Auch, y al que se sube por el viejo sistema de sálvese quien pueda, sin hacer cola ni guardar turno ni nada.

Maligne, je


Bajamos junto al Carrefour y vamos andando a casa. La verdad es que nos cuesta muy poco, pero cae la noche y la carretera no tiene aceras, hay que ir con cuidado.

Descansamos,cenamos y nos arreglamos para ir al gran evento social que teníamos comprometido con nuestro vecino: el concierto de la asociación Auch-Calatayud, con chocolate y churros incluidos.



Chocolatada un tanto peculiar, con el chocolate chamuscado, y los churros recién hechos y ciertamente masificados.



El concierto a cargo de un grupo de voces a capella que cantan antiguas canciones de las montañas en occitano.

El grupo, casualidad, viene de Tarbes.

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