lunes, 5 de diciembre de 2011

Crepúsculo



La otra tarde, después de una jornada de pereza en casa, decidimos salir a dar una vuelta por el campo. Nos acercamos a Orbessan, un diminuto pueblo que hay al pie de  la carretera de Lannemezan, y junto al que habíamos pasado muchas veces.




A pesar de lo pequeño que es, tiene algunas casas graciosas. Y está rodeado de una gran pradera que rodeamos en nuestro paseíto. Como no hemos salido pronto y atardece temprano, el sol ya empieza a caer, lo que permite una buena iluminación del castillo, llena de contrastes.



El camino que hemos tomado al azar no lleva a ningún sitio, lo que tampoco tiene importancia puesto que no queríamos ir a ninguna parte.
Al volver vemos un cartel que señala un paseo por los alrededores


Y como tenemos el mapa de esta zona, decidimos venir otro día.

El domingo, una vez pasada la amenaza de lluvia, propongo ir al paseo. Pero se nos cruzan los planes: pasa nuestro vecino Antonio por cerca de casa, y le proponemos un dominical aperitivo que acepta, así que pasamos la mañana con él. Y por la tarde, decidimos irnos a paseo. Orbessan está cerca, tenemos croquis de la excursión y mapa de la zona...igual esta vez no nos perdemos!

Dejamos el coche bajo el pueblo, al otro lado de la carretera, y vamos hacia el río. Pasmos junto a un viejo molino



Y cruzamos el Gers que es por aquí extrañamente estrecho


 Los nuevos cultivos ya empiezan a crecer mientras las hojas de los bosquetes siguen cayendo


Las torres del castillo de Orbessan se asoman por el otro lado


Además de llevar mapa, encontramos la primera señal del camino. Y lo que es más curioso, seguiremos encontrando indicaciones en todos lo cruces. ¡Por fin un PR verdaderamente bien señalizado!



El paseo va discurriendo por las crestas de las colinas (vertiginosa subida hasta los 290 metros de altitud, y sin oxígeno)


Al cruzar por un bosquecillo encontramos una palombière, más sencilla que la de nuestro amigo el cazador de Eauze



El sol de la tarde sigue jugando con los colores del otoño


Llegamos a Traversères, pequeño, sencillo, cuidado...


Y como ya he comentado, el paseo está resultando muy rebien señalizado



Pasamos junto a una granja. Los perros nos saldrán a ladrar, con esas amenazas tan poco convincentes que suelen tener los perretes por aquí, que en cuanto les acercas la mano se dejan acariciar.


Y las vacas nos miran pasar, entre curiosas e indiferentes



Todavía pasaremos junto a otra pequeña palombiere escondida entre los árboles


Y seguimos a paso ligero. El sol está de retirada. Pero como por una vez no nos desviamos ni una vez del "buen camino", llegamos cerca de Orbessan todavía con luz. Con una luz perfecta.


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