lunes, 27 de agosto de 2012

El cercano país de los estanques

22 de agosto

Desayuno y compra de pan en cafetería-panadería (nos tomamos un pirenáico bizcocho de arándanos)

Inevitable visita a la oficina de turismo. La torre de al lado es lo que queda de una casona antigua.


Nos ponemos en camino. Pasamos junto al embalse de Tech y seguimos carretera arriba, hasta el último párking. Y subimos por un camino suave, que empieza con las sombras de un bosque



Y llega al lago de Suyen, un pequeño lago, bonito, con una cascasda alimentándolo y las montañas a su alrededor.


Pies segundos antes de volverse azules




Recapitulemos: paseo fácil, muy fácil, que llega a paraje paradisiaco, agosto...  Pues sí, gente a manadas


Paramos en el embalse de Tech, también concurrido, sobre todo por pescadores.

Y vacas


Siguiente lago de nuestro recorrido, el de Estaing. Se llega en coche, para qué voy a comentar más


Es hora de comer, si nos vamos huyendo de la multitud se nos va a hacer demasiado tarde, así que nos vamos a la orilla más alejada de la carretera, donde podemos estar un poco más tranquilos.






Nos animamos a buscar el tercer lago de la jornada. Pasamos por St Savin, que nos sorprende con sus casas medievales y su gran abadía. Savin fué un anacoreta que vivió por aquí cerca. Cuando murió lo bajaron a este pueblo, lo metieron en un sarcófago de piedra y le construyeron una abadía alrededor. Y una vez metido en el sarcófago ¿Qué podía hacer el bueno de Savin? Pues milagros, claro, y ya tenemos montado un gran centro religioso de la época, que como tal sufrió los embates de las guerras de religión y fué perdiendo empaque.



En las afueras, una bonita capilla con vistas al valle, la chapelle de la Pietat.


Y ya hacia el lago. Tenemos que subir hasta las pistas de esquí de Hautacam, por una carretera típica del Tour. Nos perdemos un poco y damos alguna vuelta de más, pero encontramos la pista que nos llevará al lago. También la encuentran las nubes, que suben desde el valle a golpes del viento.



Pero parecemos a salvo por nuestro lado. La pista va bajando suavemente una ladera llena de brezos en flor.


El lago de Isaby. En estos parajes vivía una gigantesca serpiente que se zampaba todo bicho viviente que pasaba por aquí: ganado, perros, personas... Hasta que un herrero valeroso se dispuso a poner solución. Le fué tirando barras de hierro ardientes, pero como si nada, hasta que al final ya le echó el yunque al rojo vivo. La serpiente, desesperada, se bebió el agua de todos los ríos y arroyos de los alrededores, hasta que reventó. Toda el agua que había tragado acabó en el fondo del valle, y ya tenemos el lago.


Antonio se baña valerosamente. A mí me coge un ataque de edad, y frío, y pereza, y no me baño. Pena.







En el recorrido de vuelta las nubes nos alcanzan, así que me doy un baño refrescante en un mar de nubes...

En coche hacia Auch. Paramos en Tarbes (hace sol!) a descansar y beber un poco. Es la semana del tango, están bailando en la calle. Y a casa.

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