11 de mayo
Hans y Gaby nos invitan a conocer su cabaña en las montañas.
Quedamos tempranito en su casa, que hay que ir al Ariège, y merece la pena aprovechar el día. Vamos en los dos coches, pues el suyo está lleno de cosas, incluida una carretilla.
Hacemos una primera parada en Boulogne para comprar pan y cruasanes, y seguimos por carreteras pequeñas hacia Saint Gaudens, que cruzamos sin parar e intentando no ver la horrible fábrica de cemento.
Otra parada Pointis-Inard para tomar un cafelito en una terraza al sol y seguimos tranquilamente en dirección a Saint Lizier, que cruzamos sin visitar (habrá que volver) y escala en Saint Sernin, junto a una antigua iglesia ahora desacralizada, y al lado de un puente que construyeron para el tren que iba a unir Francia con España, proyecto abandonado, aunque el puente les vino muy bien a los lugareños. Y de aquí, un pequeño tramo de carretera, aparcar, y bajar por un camino a la cabaña. Estamos ya en el Haut-Couserans
Hans y Gaby nos invitan a conocer su cabaña en las montañas.
Quedamos tempranito en su casa, que hay que ir al Ariège, y merece la pena aprovechar el día. Vamos en los dos coches, pues el suyo está lleno de cosas, incluida una carretilla.
Hacemos una primera parada en Boulogne para comprar pan y cruasanes, y seguimos por carreteras pequeñas hacia Saint Gaudens, que cruzamos sin parar e intentando no ver la horrible fábrica de cemento.
Otra parada Pointis-Inard para tomar un cafelito en una terraza al sol y seguimos tranquilamente en dirección a Saint Lizier, que cruzamos sin visitar (habrá que volver) y escala en Saint Sernin, junto a una antigua iglesia ahora desacralizada, y al lado de un puente que construyeron para el tren que iba a unir Francia con España, proyecto abandonado, aunque el puente les vino muy bien a los lugareños. Y de aquí, un pequeño tramo de carretera, aparcar, y bajar por un camino a la cabaña. Estamos ya en el Haut-Couserans
Una vez aparcados los coches, se ve claramente la utilidad de la carretilla para transportar todo, picnic incluido.
El camino es verdaderamente agradable, cuesta abajo suave por un bosque claro, con árboles forrados de líquenes y la primavera haciendo florecer todo.
La cabaña, una típica construcción de pastores, encantadoramente sencilla, rodeada de árboles y con unas vistas magníficas.
Gaby abriendo "le chateau"
Una ternerita sesteaba tranquilamente en las cercanías. Interrumpimos su descanso y se va a buscar a su familia
La roca ofrece un buen sillón con vistas
¡Hay un ocupa!. Al pobre lo despertamos.
La cocina
las vistas
Gaby y yo nos quedamos tumbadas a la sobra de un fresno centenario, mientras los chicos se van cuesta arriba. Hablamos de todo un poco, la vida y la muerte incluidas, mientras el paisaje que nos rodea nos mantiene en realidad muy lejos del mundo real.
Y ellos vuelven sin haber hecho cima, no vaya a ser que les riñamos por llegar tarde a comer.
Cuando estamos comiendo llega la familia de vacas y terneros, que al principio se sorprenden de encontrarnos en "su" comedor, pero que luego siguen tranquilamente.
Nos gustan las vacas. Para verlas.
Bajamos al arroyo a por agua para fregar. Un poco más arriba de la casita parece ser que hay una fuente, con la que tienen previsto abastecerse
Volvemos a los coches. Aunque el camino es cuesta arriba, no es mucha la pendiente, y ahora vamos sin peso (la carretilla la sigue empujando Hans)
Bajamos a Seix. Recogida de mapas en la oficina de turismo, y a por un bar para repostar. No sabemos muy bien cómo pronunciar el nombre del pueblo, y se lo preguntamos a la del bar, que resignada nos contesta que Sex, como sex. Osea que seix se pronuncia como sexe, a las dos les sobra una vocal. Están locos estos galos...
roca ergonómica para sestear
También aquí hay orquídeas silvestres
En Francia los puertos de montaña secundarios permanecen cerrados durante el invierno. Gaby preguntó en la oficina de turismo si el de lo estaba, y nos dijeron que administrativamente sí, que si subíamos, nos escondiéramos de los gendarmes. Asustando en vano, pues subimos el puerto sin ver ninguno, y no somos los únicos, arriba hay más gente, algunos instalados en su autocaravana. También unos motoristas subnormales que nos han adelantado de malas maneras. Merendamos.
En una lomita hay una especie de sextantes indicando las montañas que se ven desde aquí. Al otro lado está la provincia de Lérida
El Cap Ner (creo)
Al otro lado está el valle de Arán y por esta zona se encuentra "el camino de la libertad", que utilizaban los "passeurs" para ayudar a huir de la Francia ocupada por los nazis
Bajamos por el Valle de Bethmale, una carretera con fuerte pendiente en medio de bosques. Cruzamos muchos pequeños pueblitos y nos paramos a estirar las piernas y remerendar en Aspet, donde nos sorprende por su pastelez la capilla de Miegecoste (en medio de la cuesta). La fachada es un desatino de mediados del XIX. Mas arriba, los restos de la Tour de Cucaou, Torre de vigilancia que construyeron allá por el S XII
De aquí ya nos volvemos, dando rodeo por carreteras secundarias, pasamos junto a Saint Bertrand de Comminges. Muchos kilómetros. Mucho que ver.
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