lunes, 28 de mayo de 2012

Oriente Express

24 de mayo.
Me tocaba pasar el examencillo previo al ingreso en el colegio de enfermería, previo a la inscripción del título en el ministerio, previa a mi contratación. Como ha quedado demostrado a lo largo del año que llevo trabajando, en realidad no hace ninguna falta tanto papeleo, pero como aquí les encantan las formalidades, recibí carta de RRHH recordándome que mis papeles no estaban completos, por lo que me decidí a hacerlos.
Bref, el 24 a Toulouse, entrevista con el señor presidente del colegio sección Gers, y miniexamen de pesos y medidas.
Tengo que contar el examen. Para empezar, el señor presidente me tranquiliza, por mal que lo haga, mi inscripción está asegurada. (¿Y por qué hacerlo entonces? Pues porque les encantan los exámenes, me temo). Para continuar, me da una chuleta con las equivalencias. y me deja sola para que lo haga tranquila. Lo hago tranquila y le llamo. Se sorprende de mi rapidez, lo corregimos. Ops, hay 3 errores! me deja de nuevo sola para que los corrija. Pero yo, cabezona, me empeño en mis respuestas. Cuando vuelve, se lo digo: desolée, pero tengo yo razón. Y como tenía yo razón, se queda sorprendido, me felicita efusivamente, a la vez que lamenta que todos los anteriores candidatos han sido corregidos con esta plantilla errónea. Pero como todos han obtenido la inscripción, no ha protestado nadie.
Por no parecer demasiado presumida aclaro que la dificultad de las preguntas era tal que: ¿Cuántos gramos hay en 7,24 kg? ¿Cuánto pesan 2,4 cm cúbicos? ¿A qué velocidad de perfusión hay que poner el gotero para pasar 3 l en un día?

Cuando salgo ya es casi mediodía, y decidimos quedarnos a comer aquí y hacer una excursión por la tarde. Vamos al centro de Toulouse, y es día de mercado, aunque por la hora ya empiezan a cerrar los puestos.


Comemos en un restaurante vegetariano en el que ya habíamos estado, y damos una pequeña vuelta.


Nos dirigimos hacia Revel, en el Lauragais, al este del departamento. Primera parada en Saint Félix-Lauragais.

Hace calor, es la hora de la siesta


del café.

y de la tertulia (en la puerta del castillo).


St Félix nos sorprende muy gratamente. Hemos parado un poco por casualidad, y hemos encontrado una bastida cuidada y bonita.


Uno de los molinos del pueblo


Está situado en un promontorio, con un castillo-muralla en su extremo, y una iglesia colegiata



Estamos en medio del país de la cocagne, la planta que da el tinte azul pastel. En la plaza del pueblo hay una curiosa tienda, con atrezzo de carrozas, donde venden ropa artesana de este azul, antigüedades, muebles, y todo tipo de cosas impensables.


Al volver, la gatita sigue su siesta, aprovecha para darse la vuelta, y sigue en su tranquilo sueño.




Siguiente escala, Revel-St Ferréol, bastida del siglo XIV. Tiene una grande y bonita halle, la pena es que está rodeada de coches. Dentro está la oficina de turismo (mapas, ñam).



En nuestra vuelta por el pueblo vemos muchas cosas curiosas, como este coche a las puertas de una autoescuela. Deben datar de la fundación de la ciudad.



Y muchos viejos comercios, con los carteles pintados en las paredes. Todavía en activo la mayoría. Get es una marca de licor fabricado aquí.


El final de la excursión, el lago de St Ferréol. Allá por 1672 construyeron una presa para recoger las aguas que venían de la montaña negra y así abastecer el Canal du Midi. El resultado es un apacible lago en el que dan ganas bañarse. Está en la frontera de 3 departamentos, Haute-Garonne, Aude y Tarn.




Justo el día anterior vimos en la tele un reportaje de unos apasionados de los años 60, que viajaban de vacaciones como entonces, y buscaban a lo largo de las carreteras vestigios de la época, como este mojón que nos encontramos aquí.


Nos tomamos un té en una terraza que hay abierta. Probablemente en peor bar de nuestra estancia.

Volvemos a Auch, que teníamos cita con Stephan y Evelyn. Sufrimos el atasco tradicional de Toulouse, pero llegamos a tiempo. Cae el sol.


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