sábado, 28 de julio de 2012

Gargantas profundas I

23 de julio

Tras un cambio estratégico, cuatro días libres, predicción de buen tiempo, y ganas. Nos vamos al Aveyron.

Pero antes de llegar, nos paramos en Sant Antonin de Noble Val, a orillas del río Aveyron.

En el río, canoas, como nos iremos encontrando después a lo largo del viaje. Un poco más adelante están las "gorges de l'Aveyron", y el río baja tranquilo, limpio, realmente apetecible a pesar de la densidad flotante.


San Antonin fué un evangelizador de allí por el siglo V. Cuando ya tuvo convertidos a todos los de este pueblo (el Noble Valle), a pesar de las súplicas de sus bautizados, decidió continuar propagando su fe en su pueblo, donde los muy brutos le cortaron la cabeza. Pero para qué queremos más: tiraron el cuerpo al río y unos ángeles lo recogieron y lo metieron en una barca que unas águilas guiaron hasta aquí, signo de lo más milagroso que así fué interpretado por el noble de turno, el conde Festus, que aprovechó para fundar un convento.
Después los habitantes se siguieron entreteniendo con guerras de religión. Reconvertidos al catarismo no lo pasaron muy bien en la cruzada albigense, ni tampoco cuando durante las guerras de religión eligieron la Reforma y católicos y protestantes se amaban fratricidamente.
De todo ello nos ha quedado un bonito pueblo con el ayuntamiento más antiguo de Francia, y casas con colombajes y ventanas ojivales, con muchos turistas y tiendas cuidadas.







Este es el edificio civil más antiguo de Francia, que fue ayuntamiento y ahora es museo.



 Sin salir todavía del departamento de Tarn-et-Garonne, junto a la carretera este edificio nos llama la atención


Es el Doyenné de Varen, fundado en el S IX y por donde también corrieron ríos de sangre para mayor gloria de dios.

Ahora tiene un simpático jardincillo "medieval"


Entramos ya en el departamento de Aveyron. La carretera va dando vueltas, y en una de las curvas se nos aparece Najac.


El castillo está en un promontorio en un meandro del río, y sólo se puede llegar a él por el pueblo, que en realidad no es más que una calle en una cresta. Propiedad de los condes de Tolosa, albigenses, reyes de Francia e Inglaterra, croquantes y revolucionarios  intentaron conquistarlo en vano.




Paramos a comer y descansar en una sombra junto a un riachuelo, en medio del camino de Santiago, nos cruzamos con peregrinos.
Nos acompaña un bebé-saltamontes


Villefranche de Rouergue. Bastida del S XII, fué una ciudad comercial rica y próspera. Demasiado rica en comparación de los campesinos de los alrededores, que en  1640 se revolucionaron (los Croquants du Villefranchois) A pesar de ser muchos, mal alimentados y mal organizados fueron sangrantemente reprimidos.

Una enorme colegiata está en un rincón de la plaza del mercado, donde hoy hay un vide-grenier.




 

Subimos al campanario


Arriba una guía acaba de comenzar una visita y nos invita. Recorremos los cuatro balcones,  nos cuenta sucedidos de la ciudad, y al acabar, vemos un cartelito pidiendo sutilmente propina.




Nos tomamos un té con hielo en una terraza de la plaza y seguimos camino. Siguiente parada en Peyrusse-le-Roc. Un pequeño pueblo lleno de ruinas medievales, torres, restos de murallas...




En el pueblo "moderno" casas cuidadas, flores, iglesia, y la orquesta sinfónica de jóvenes de Estrasburgo, que en esos momentos se están preparando para dar un concierto ce soir.


Esta vez viajamos con alojamiento reservado dos noches: lo que quiere decir que, por una parte, hay que llegar ahí, y por otra, sabemos que vamos a tener sitio. Hay que llegar significa antes de las 7 de la tarde, que, recuerdo, estamos en Francia. Y llegamos a Sonnac, conde está nuestra chambre d'hôtes, que no encontramos. Llamada a los propietarios, instrucciones fáciles, y a aparcar el equipaje.
Jean, el propietario nos anima a visitar Capdennac-le-Haut. Nos gustan los consejos, vamos


¡Y resulta que era el pueblo de Astérix!


Figeac, incursión en el departamento de Lot al atardecer.


Nos tomamos una cerveza en la terraza del hotel Champollion (donde ya intenté reservar, pero estaba lleno, una pena porque tiene muy buena pinta). Nos ponen unos cacahuetes y unas olivas de tapa.


Estamos enfrente del museo de las escrituras. Han conservado una antigua fachada, y dentro está un ventanal de cristal color cobre con distintos alfabetos. El museo ocupa varios edificios, el último es la casa natal de Champolion.


Y en la placita de detrás de la casa del traductor, una gran reproducción de la piedra Rosetta.


Nos vamos a nuestro alojamiento. La habitación se llama "la Malicieuse". Tiene ducha de masaje.

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