martes, 31 de julio de 2012

Gargantas profundas III

25 de julio

Después de desayunar, visita al catedralón por dentro. Tiene unas cuantas vidrieras moderas, y, auque no entiendo nada, me gustan.


Nos perdemos un poco saliendo de la ciudad. La señalización de las carreteras no es el punto fuerte de las carreteras francesas. Pero al final acabamos por el buen camino, dirección a Saint Geniez y Sainte Eulalie d'Olt (Nótese que Olt es Lot pero revuelto. El nombre original del río era Olt, pero, por el mismo proceso por el que una croqueta pasa a ser una cocreta, pasó a llamarse Lot.

Y decamino, empezamos a pasar por pueblos todos bonitos, todos con iglesia o castillo, como éste de Pierrefiche. Fotos sin bajar del coche una vez más.


Sainte Eulalie d'Olt. Simpática señorita en la oficina de turismo que habla español porque su mejor amiga es de Zaragoza.
Bonito pueblo construido con piedras del río, tranquilo a pesar de los turistas,






Saint Geniez d'Olt.                                    Es día de mercado


Cuenta la leyenda que unos pobres niños que vivían a orillas del Lot con su padre tenían una marmota como mascota. Un día la marmota, nerviosa por una tormenta, se escapó. Los niños fueron tras ella montaña arriba, y cuando volvieron no tenían ni casa ni padre. Y a partir de ese momento no se separaron del animalillo, por lo que les llamaron los marmotas, que es ahora el apodo generalizado de los habitantes de este pueblo



Breve paseo por Severac-le Chateau,


Ayer le pregunté a Ant ¿dónde nace el río Aveyron? Pues bien, nace justo aquí al lado. Picnic. Lo siento, no hay foto. El sitio de la fuente estaba tomado por un grupo familiar y otro de adolescentes bicicleteros con pizza y limonada, y aunque estuvimos en un sitio tranquilito, no hay foto.

Y aunque en principio nuestro viaje era al Aveyron, la proximidad de unas gargantas llenas de carreteras verdes y promesas de paisajes nos animan a adentrarnos en el departamento vecino de Lozère.


Y vale la pena. Hay unas vistas estupendas de las gargantas del Tarn desde la carretera. Otro río que se marea en mil meandros profundos.



Pero además anuncian un mirador llamado "El punto sublime". Un pequeño rodeo, hay que ir.


Allá abajo el río promete playas para bañarse. Incluso parecen de arena.



Típica foto de turista en mirador. Me encanta.



Bajamos a La Malène, el paraíso del turista fluvial de canoa. Manadas de turistas bajan el río en canoas. La subida, en furgonetas que remolcan las canoas, el esfuerzo es mínimo y el paisaje máximo, reconozco con relativo sonrojo que me gustaría hacerlo. Si no fuera porque es algo de verdad masificado. También hay bajadas en barcas dirigidas, el remero-gondolero (batelier) además te explica el recorrido.



Las blancas playas que parecían de arena desde arriba, son de piedras. El baño es refrescante, el agua transparente. Demasiado tráfico, pero bueno, pasan ligeros.





Seguimos remontando el Tarn. Sigue siendo todo demasiado bonito. En la otra orilla, Joudounie.


Saint Chely du Tarn, donde el río, además de bañable, tiene una cascada lateral que sale de una gruta.


Aguas arriba llegamos hasta Sainte Enimie, verdadero centro turístico. mucho coche, tiendas de flotadores, playa superpoblada... pasamos.

Tomamos una carreterita que va por la otra orilla. En principio críamos que volvía hacia St Chely, pero empieza a subir y a subir. Y llegamos a otro mirador, con minibar. Buen sitio para tomarnos un refrescante té helado.


La carretera cruza la Causse Mejean. Los numerosos seguidores de este blog igual recuerdan lo que es una causse: una meseta caliza dedicada principalmente a la ganadería y al cultivo de cereales. La altura de estas mesetas y el tipo de roca han favorecido que los ríos hayan excavado grandes gargantas.


Al otro lado de la causse llegamos a Meyrueis. No es muy tarde, pero empieza a ser tarde. Dudamos entre las ganas de aprovechar las horas de luz para seguir viendo cosas, y las de buscar tranquilamente dónde dormir, y perezear un poco. un hotelito agradable con piscina, terrazas a la orilla de un pequeñiorío.... mmmm....Nos quedamos!


Al final, tomándonos unas cervezas "vivantes" del Aubrac, paseando, charlando, se nos hace tarde para la piscina.


Tenemos ganas de probar el Aligot, una especie de fondue de raclette típica de esta región: puré de patata con queso tome de Aubrac fundido, y mezclado. Suele ser el acompañamiento de carnes, pero en le restaurante de nuestro hotel lo podemos tomar sin la carne. Lo acompañamos de una ensaladita.  Oímos ciertas risas por parte del equipo de cocina y sala, creemos que dirigidas a nuestra selección de menú.


A la camarera le encanta nuestro acento español, y conoce Zaragoza: la ciudad que tiene la gran iglesia con una bomba. Efectivamente, pues sí.

Lo que para estos franceses no es más que un acompañamiento ha sido para nosotros un plato consistente. Bueno, los postres han ayudado. Nos vamos a dar otra vuelta antes de ir a la cama.

Volvemos a pasar junto al templo protestante, un edificio octogonal por el que ya habíamos pasado antes y que según el folleto de la ciudad tiene esa forma, común en templos protestantes porque así tienen una mejor acústica, favorable para su constumbre de entonar himnos.

Y dentro se oye música de jazz. Entramos. Un trío de bajo, flauta travesera y teclado, los Stone Flowers. Suena bien el jazz con la flauta.
Cuando termina la actuación explican que si bien la entrada era gratuita, la salida no lo es, y que por favor colaboremos con la voluntad con la asociación privada que impulsa la realización de los conciertos. Colaboramos.


Ha estado bien quedarnos aquí.

A la cama.

No hay comentarios:

Publicar un comentario