martes, 2 de octubre de 2012

Volver

23 de septiembre

Hay dos excursiones en nuestra guía de excursiones fáciles por los lagos de Neouvielle. De 230 y 180 m de desnivel respectivamente, van a permitirnos conocer bastante bien los lagos. Parece un buen plan. A desayunar (fondant aux mirtilles, mmm), comprar pan y en marcha!


Seguimos en temporada, lo que quiere decir que el aparcamiento es de pago. Bueno, según el folleto, si se entra antes de las 09h o después de las 18h es gratis, pero no hemos madrugado tanto...(Son las 10)
Dudo un poco si hacer trampa y aparcar fuera del aparcamiento, como vemos que hacen otros (aunque reconocemos a uno de ellos, uno de los pastores cantores de la otra noche, igual tiene derecho, claro). Decidimos que no. Al fin y al cabo hay un montón de gente trabajando en esta Reserva Natural, tampoco está tan mal pagar un poco.

El día no es soleado, pero las nubes no molestan. El lago Oredon sigue tristemente semivacío.


Tomamos el sendero que lleva a los laquettes. Vamos detrás de un grupo con niños. Vagueamos un poco a orillas del lago para dejarles tomar ventaja. Aunque la verdad es que es un paseo transitado. (Es domingo, estamos en temporada alta, y no hace mal tiempo).



Llegamos al lago de Aubert (repesado). Aquí falta muy poca agua para que esté lleno, pero nos podemos adentrar en unas rocas que deben ser un islote cuando esté a rebosar. Un buen mirador para consultar los mapas, si bien hace un poco de viento.


Entre Aubert y Aumar hay un mirador con "table de Orientation". Nos gusta. (En alguna tarde lluviosa me dedicaré a marcar los nombres de los picos en las fotos).
Aquí se llega en navette, es un sitio familiar, que en agosto debe estár lleno de domingueros.



Y allí estamos, viendo las montañas de los alrededores. Enfrente está la Hourquette d'Aubert, donde hace 20 años estuvimos con Luisito y Carlos. (Aclaración: hace 20 años llegamos en coche hasta el aparcamiento de Aumar, osea, hasta aquí. Y hace 20 años yo era 20 años más joven).
Pero venga, son sólo 300 m de desnivel y es prontito. Y  recordamos que las vistas hacia los lagos eran bonitas (hacia el otro lado tuvimos un mar de nubes).

Empezamos a subir despacito.  Enseguida se ve una panorámica de los lagos.


Al poco, un pedregal de aspecto lunar. El camino que lo rodea está formado por grandes rocas. A pesar de su aspecto no es demasiado duro de hacer. A la derecha, el col de Madamete, que lleva a más lagos y por el que pasa el GR10


Subo muy muy lentamente, pero subo. Prueba de agudeza visual: distíngase en cuál de estas dos instantáneas hay menos arrugas


Al llegar arriba, sin oxígneo, un fuerte y fresco viento se encarga de rellenarme los pulmones y helarnos la nariz. Afortunadamente, esta vez se ve la otra vertiente, Pic du Midi incluido.


Encontramos un pequeño cobijo donde comemos (pelados de frío con toda la ropa encima). y volvemos hacia abajo. Curiosamente, los dos tenemos las manos semidormidas. Poco a poco vamos recuperando la sensibilidad en los dedos y entrando en calor.



Breve reposo a orillas del Aumar




Y atacamos el último tramo de la excursión: la vuelta a través del col d'Estoudou. En el otro extremo de Aumar nos encontramos una pareja con un bebé. Nos preguntan si sabemos si hay algún camino para volver al aparcaiento que no sea la carretera. Les decimos que sí, que el que vamos a hacer, pero dicen que ya concen el col y que no quieren ir por ahí. Deberíamos haber sospechado.

El camino baja suavemente y empieza a subir suavemente, pero sin dejar de subir


Y el aparcamiento va quedando ahí abajo!
Nos cruzamos con una pareja de aspecto deportivo que bajan, y nos preguntan si no hemos visto el camino que va al aparcamiento. Les decimos que sí, que es éste, y les enseñamos el mapa. Desconfían porque no entienden que para bajar allí haya que subir tanto, pero al ver el mapa se convencen y dan media vuelta para seguir el camino. Yo sigo con mi pasito lento, a punto de rendirme. Decido no hacer el pequeño extra del col, y quedarme en el cruce del camino que baja, que es por donde se van los dos falsos atletas (Ant me dirá luego que la chica iba fatal). Mientras Ant se anima a subir, yo consulto el mapa, no entendiendo el cruce en el que estoy. Ant baja y me confirma que este cruce no es el nuestro. Hay que subir un poco más. Bueno, de verdad era poco más. Desde el col se ve el puerto de Portet, donde estuvimos el otro día, y allí ya está bien señalizado el camino de vuelta.


Y el camino de vuelta es más o menos una bajada en picado de 400 metros que hago en medio de varios ataques de miedo, algún resbalón, y Ant haciéndome terapia. Y pensando en los otros pobres pavos, que no se han fiado de nosotros y se han lanzado cuesta abajo por un sitio aún peor.




Y llegamos abajo, cansados pero felices. Son las seis y media, ha sido una jornada larga. Como premio, la salida del apacamiento es gratis, sorpresa.

Me duelen todos los músculos del cuerpo menos la mándíbula y los párpados: a cenar y a dormir.

Hay gente que cena en las terrazas, el aire es templado. Pero enseguida, una tormenta imprevista descarga rayos y truenos. ¡Qué suerte que no nos ha pillado bajando!

No hay comentarios:

Publicar un comentario